Hace dos semanas, saqué esta foto de tres hombres jovenes en Partido de Resina. Estaban saliendo a caballo para identificar y poner los crotales en las orejas de los becerros nuevos. Cuando subí esta foto, había algunos comentarios que decían que era una buena cosa ver a la gente joven trabajando en el mundo del toro. Los anti-taurinos suelen decir que a los jovenes no les gustan los toros. Dicen que los aficionados a los toros son todos muy mayores. No tengo el derecho de citar o criticar las estadísticas. Mi proyecto consiste en estudiar una esquina chiquitita del mundo del toro, no voy a intentar evaluar el estado de este mundo en general. No obstante, soy un antropólogo y así que no creo que las cosas suelen ser simples. Es seguro que son complicadas. Aquí en las marismas sevillas, donde hay mucha afición, es normal que haya gente joven a la que le gustan los toros. La afición depende de la región y su historia. Adémas, es posible que los toros sean de vez en cuando una cosa que a la gente le gusta poco a poco más con la edad. No lo sé, pero sé que es importante que haya gente joven trabajando en las ganaderías tal y como en Partido de Resina.
El mayoral de Partido de Resina tiene unos años más que yo (tengo 26 años) y la gente de su edad y más joven suele ayudar con el trabajo de la ganadería. Adémas, cuando vienen los días importantes como el herradero, hay siempre unos niños y sus familias, de la zona y de más lejos. Sin embargo, si hay un grupo de personas que han sido más pacientes conmigo, son los vaqueros y aficionados mayores. Aunque estos venerables y sabios hombres son también los bromistas más constantes. Nunca sé qué hacer o qué decir cuando dicen que la mejor manera de aprender el andaluz es tener una amiga especial o una amiga “con derechos” de aquí. Sólo puedo sonrojarme.
La cosa que aprecio mucho en los hombres tales como José y Moy es cómo saben no sólo corregirme, cuando hago algo mal, sino que también son muy sensibles. Saben que es dificíl aprender las cosas prácticas y un idioma al mismo tiempo. A veces, hay que dejarme hacer errores y aprender así. Otras veces, hay que dejarme tranquilo cuando estoy más allá del punto de poder eschuchar y entender las instrucciones complicadas en andaluz. A veces, necesito una bofetada en la espalda cuando quedo en silencio si estamos esperando algo en un grupo. Juan, un aficonado mayor que suele ayudar con el trabajo de la ganadería sabe bien eso de las bofetadas y siempre tiene bolsillos llenos de mandarinas para ofrecer a los antropólogos inundados de cosas por aprender.
Bueno, estoy agredecido a estos vaqueros y aficionados mayores, es a través de ellos y los mayorales que la nueva generación va a aprender cómo crecer y manejar el ganado bravo. Trabajar fuera, en el campo no importa el tiempo, no es fácil. Admiro la afición constante mostrada por una vida de trabajo con los toros. José, Moy, Juan, y no voy a olvidar Cabezón, os saludo yo!
Abajo hay más fotos de nuestros héroes.
Hasta la próxima vez, un abrazo,
Robin
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